viernes, 10 de marzo de 2017

KENNEDY. El álbum de una época - Jacques Lowe




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El fotógrafo de los Kennedy

El mayor archivo fotográfico de Kennedy y su familia, más de cuarenta mil negativos, estaba guardado en una caja fuerte del World Trade Center. Las fotografías eran de Jacques Lowe, fotógrafo oficial y personal de Kennedy desde 1958 hasta su muerte. Un material incomparable a cualquier otro por el acceso privilegiado que tenía a la vida de Kennedy. Con sus fotografías, desde la campaña a la presidencia hasta la Casa Blanca, contribuyó a crear la imagen que, hasta día de hoy, perdura de John F. Kennedy: la de un hombre cercano y sereno. Un líder. Muchas de esas fotografías eran inéditas, pero su valor incomparable radica en que casi no ven la luz.

Las fotografías se perdieron en los atentados del 11 de Septiembre. Aquella fatídica mañana, Thomasina Lowe, hija del fotógrafo y encargada de la salvaguarda de su archivo fotográfico sobre el presidente Kennedy tras el fallecimiento del fotógrafo, se vio enfrentada «a un dilema moral muy distinto a cualquier otro que hubiese vivido antes. […] “He de salvar sus preciosos negativos que retratan a uno de los grandes estadistas de la era moderna y que se conservan en una cámara de seguridad en el Five World Trade Center, o he de salvarme yo?”»

Afortunadamente los avances tecnológicos han posibilitado recuperar gran parte de esas fotografías gracias, por supuesto, al laborioso trabajo de su hija por recopilar copias impresas y hojas de contacto. KENNEDY. El álbum de una época reúne 250 fotografías «que ilustran la vida y el carisma de una figura casi mitológica», algunas de las más preciadas para Lowe, y se recogen los recuerdos personales del fotógrafo. Un relato cronológico en primera persona.
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Kennedy solitario y desolado,
tras un mal día de precampaña.
foto: lafabrica.com

Robert Kennedy Jr.: «Jacques fue amigo de nuestra familia, un gran amigo lleno de talento. Siendo yo pequeño, lo recuerdo en casa cuando me despertaba, y en casa seguía cuando nos íbamos a la cama».

Primero conoció a Bobby con el que entabló amistad. Era habitual que pasará los fines de semana en su casa de Hickory Hill. Más tarde, a John en 1958 porque el patriarca quiso que lo fotografiara justo cuando iba a comenzar la campaña para la presidencia. Desde entonces, disfrutó de una privilegiada cercanía a la familia. Pudo acceder a su intimidad, a sus momentos más memorables públicos y privados, como las reuniones familiares en Hyannis Port.
«Yo estaba delante cuando Bobby y John se decidieron por Johnson. Cuando se concretaron todos los detalles y llegó la hora de cerrar el acuerdo, solo éramos tres en la habitación: Lyndon Johnson, JFK y yo».

Tenía acceso exclusivo porque no había otro fotógrafo con los Kennedy. Viajó con JFK durante su campaña a la presidencia siendo único testigo del acuerdo para la candidatura de Lyndon Johnson a la vicepresidencia, vivió con toda la familia el día y la noche de las elecciones –como así cuenta en una reveladora crónica personal- fotografiando cada momento de incertidumbre y, una vez como presidente, el primer retrato de todo el clan Kennedy. En la Casa Blanca ocupó el puesto de fotógrafo oficial siendo el único que podía entrar a hacer fotos y distribuirlas.

«Durante largos periodos del día yo pululaba por el Despacho Oval, tomando alguna que otra fotografía mientras John hacía papeleos, dictaba o llamaba por teléfono. Nunca me pidió que saliera de la habitación para hablar de cuestiones de las que yo no debía estar al tanto».

La amistad y confianza que se generó entre el presidente y el fotógrafo le llevó a inmortalizar y presenciar momentos que ningún otro líder mundial hubiera permitido. De hecho, en 1991 durante una exposición de Lowe el Ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética se sorprendía al ver una fotografía de JFK que ilustra su desesperanza al conocer el asesinato del líder congoleño Patrice Lumumba: «¿Cómo fue capaz de dejarle hacer esa foto?»

La imagen fue el gran aliado de Kennedy en su carrera. Las instantáneas de Lowe construyeron el mito, al líder, reflejando su carisma, serenidad, seguridad… Las fotografías recogidas en este libro son excelentes obras que combinan la carga emotiva, una buena técnica, con la crónica periodística. Representando los dos conceptos, dispares, que tenían los Kennedy. Si para John era un mero documento informativo, el registro de un momento. Jackie, que en la Casa Blanca midió muy mucho la exposición de sus hijos poniendo a Lowe en algún aprieto, era conscinte del poder de la fotografía. Es sabido su interés por el arte y cómo tal consideraba la fotografía, valorando aspectos técnicos como la composición, la luz… 

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La familia Kennedy en Hyannis Port,
pendientes de las noticias el día de las elecciones.
foto: lafabrica.com


Las fotografías y, sobre todo, el relato de Jacques Lowe revelan una sorprendente confianza y estrecha cercanía entre el fotógrafo y la familia. Un privilegio fruto del talento de este fotoperiodista y su discreción, salvaguardando la intimidad de una familia, un presidente y un gobierno. La selección de algunas de esas fotografías que, hasta ahora, no habían visto la luz y las memorias de Lowe, siguen manteniendo ese mismo respeto y discreción. Son reveladoras, sorprendentes, inéditas. No buscan ni tienen morbo, pero aun así sorprenden al lector sin caer en sensacionalismos que, seguramente, hubiera sido lo más fácil. Pero ello no respetaría tampoco el buen nombre y el talento fotográfico y técnico de Jacques Lowe. 

¿Quedaba algo más por descubrir de los Kennedy y su historia? Jacques Lowe nos demuestra que sí.


KENNEDY. El álbum de una época
Jacques Lowe
La Fabrica, 2013
256 Págs.
My Kennedy Years
[Traducción: Miguel Marqués]


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