viernes, 16 de abril de 2021

Cuentos rebeldes - F. Scott Fitzgerald

 

 Cuentos rebeldes de Scott Fitzgerald, una retrospectiva

Autor de una importante producción literaria, Francis Scott Fitzgerald es una de las voces narrativas más destacadas de la literatura norteamericana. Cinco novelas y más de un centenar de relatos que lo convirtieron en cronista de una época. Una muestra de esos cuentos los recoge la editorial Navona en una edición bajo el título Cuentos rebeldes. Los mejores o más significativos cuentos de Scott Fitzgerald, no solo por la gran calidad de algunos de ellos sino porque recogen la esencia de toda su producción y estilo. Cuentos rebeldes es un repaso a su trayectoria cuentista, a toda su obra.

Scott Fitzgerald pertenece a esa generación de jóvenes que desilusionados tras la Gran Guerra emigraron al París de los años veinte en busca de libertad artística y se encontraron en el epicentro de la inspiración y la convergencia creativa. La norteamericana Generación Perdida de Gertrude Stein, Hemingway, John Dos Passos o T. S. Eliot.

La carrera Fitzgerald discurrió en paralelo a los cambios culturales y los acontecimientos de las primeras décadas del siglo XX. Una línea que va desde los felices años veinte y su época de esplendor, la Era del Jazz, éxitos…; a la sobriedad de los años treinta y la depresión que se fue extendiendo a finales de esa época. Scott hundido en deudas, alcohol, deprimido y con el crédito de la crítica casi perdido se refugia en Hollywood escribiendo guiones para la Metro-Goldwyn-Meyer. De esos años en la meca del cine surgiría la que podría ser su mejor novela, El último magnate (The Last Tycoon, 1940).

Quizá por ese paralelismo entre su propia vida y la de Estados Unidos supo mejor que nadie captar y retratar el espíritu vital de su época y las ambiciones generacionales.

«Fitzgerald tenía una de las más raras cualidades que pueden darse en cualquier tipo de literatura… la palabra es encanto ¿Quién lo tiene hoy en día? No se trata de escribir de un modo preciosista, o con un estilo sencillo. Es una especie de magia tenue, controlada y exquisita». —Raymond Chandler.

Contar la vida con elegancia

Uno de los grandes temas de Scott Fitzgerald ha sido el canto a la decadencia. Compaginó una visión trágica de la vida con una embriagadora imaginación poética. Demostró una sorprendente capacidad para pasar de lo frívolo a la crítica social. Un estilo magnético, tan conciso como elegante, basado en una minuciosa técnica. En palabras de su descubridor Max Perkins, «era un perfeccionista redomado». Él mismo fue su mejor editor, pues tenía la objetividad necesaria para leer sus palabras una y otra vez eliminando los fallos y depurando su prosa.

Siendo todavía estudiante en Princeton, Fitzgerald confesó sentirse capaz de escribir libros que vendieran o libros de valor imperecedero, pero no sabía por cuáles decantarse. No hay duda de que ha dejado un legado de obras de gran valor, que siguen vigentes hoy en día, pero a lo largo de su carrera también tuvo que escribir con el objetivo acuciante de vender.

Su carrera alternó entre el éxito y las deudas. Escribir relatos era un atajo para hacer dinero. Al principio para poder casarse con su amada Zelda. Más tarde, para poder mantener el nivel de vida de un matrimonio que gustaba de vivir y gastar la vida, gastando a veces antes de que llegase el dinero. «Sin embargo, como saben, me tomo verdaderamente en serio este oficio. Si escribo es por algo más que el dinero. […] No me importaría ganar menos con tal de seguir cumpliendo el único deber del escritor honrado: contar la vida con la mayor elegancia de la que sea capaz».

El escritor honrado de 1920 confesaría años más tarde que sólo escribía cuentos porque esos ingresos le permitían escribir tranquilamente sus novelas. Detestaba escribir relatos, confesó, pero lo cierto es que éstos llegaron a ser enormemente populares. Llegó a escribir más de ciento sesenta publicados en las revistas y publicaciones literarias más prestigiosas. Esquire, Vanity Fair, Collier’s, Metropolitan Magazine NY, y en The Saturday Evening Post en su mayoría.

No obstante, escribía con tal apremio en sus primeros años y con una clara intención de venta que algunos de sus relatos no llegaron a ser destacables. El propio Fitzgerald reconoció a Hemingway en sus años parisinos, respecto a lo que presentaba para The Saturday Evening Post, que escribía lo que le parecían buenos relatos pero que antes de enviarlos debía de hacer ciertos cambios para que fueran más vendibles. Para Ernest Hemingway, una especie de prostitución.

Aún con todo ello, su editor Max Perkins lo consideraba un gran escritor de relatos breves y llegó a publicarle hasta cuatro antologías con obras de importante significado. Cuentos originados en el día a día, que retrataban una sociedad, una generación. Piezas vivas que parten de emociones o experiencias singulares. Algunos relatos parecen concebidos como parte de una novela, y sus historias son absolutamente originales.

 

13 mejores cuentos de Scott FItzgerald

Cuentos rebeldes reúne trece relatos escritos entre 1920 y 1931. Algunos de los mejores de una producción irregular que se recogieron también en las cuatro y más importantes antologías publicadas en vida del autor. Piezas como El curioso caso de Benjamin Button, Retorno a Babilonia, El niño bien o Un diamante tan grande como el Ritz.

El primero de ellos posiblemente el más popular a raíz de la versión cinematográfica dirigida por David Fincher y protagonizada por Cate Blanchette y Brad Pitt. El curioso caso de Benjamin Button (The curious case of Benjamin Button, 1922) es uno de los relatos de mayor nivel literario y de originalidad. La historia de un chico que nace siendo anciano y va rejuveneciendo con el paso de los años.

Apareció en su libro de relatos más significativo, Cuentos de la Era del Jazz (Tales of the Jazz Age, 1922) que también incluyó otros relatos que se recogen en Cuentos rebeldes: Primero de mayo (May Day, 1922), El Gominola (The Jelly-Bean, 1922), el divertido relato aunque también el de menor relevancia en esta recopilación, La parte trasera del camello (The Camel’s Back, 1922), y otro de sus grandes cuentos Un diamante tan grande como el Ritz (The Diamond as Big as the Ritz, 1922).

La idea de este último surgió a raíz de una prescripción de su editor. Perkins tenía la costumbre de recetar libros a los autores con los que trabajaba para reavivarlos. Envió a Scott La dura prueba de Mark Twain de Van Wyck Brooks. Para Fitzgerald resultó uno de los libros más inspiradores que había leído. En él leyó acerca de la novela La edad dorada en la que un hombre marcha al Oeste en busca de una montaña de carbón con la que hacerse lo suficientemente rico como para casarse con la mujer que ama. De ahí surgió la idea de su relato.

Cuentos de la Era del Jazz se publicó el mismo año que Hermosos y malditos (The beautiful and Damned), su segunda novela, y fue el momento en el que Perkins le planteó dejar atrás a su personaje icónico: las flappers. Uno de sus temas más recurrentes y que le dio muchos lectores. Las flappers representaban a un tipo de mujer independiente, jóvenes bonitas, despreocupadas, snobs. Mujeres que se rebelan contra el control parental, contra las costumbres y rutinas…

Estas historias son las que abren esta antología cronológica que nos ocupa con El pirata de la costa (The Offshore Pirate, 1920), Cabeza y hombros (Head and Shoulders, 1920), Berenice a lo garçon (Berenice Bobs her Hair, 1920), y El palacio de hielo (The Ice Palace, 1920) donde representa el contraste cultural entre Norte y Sur. Piezas, todas ellas, que se recogieron en su primera antología Flappers y filosófos (Flappers and Philosophers, 1921). Snobs, estudiantes de Princeton, flappers. Creó un universo de escenas festivas y sentimentales, donde representa la confrontación de unos nuevos valores sociales motivados por la cultura del ocio.

A partir de El niño bien (The Rich Boy, 1926) encontramos relatos más profundos con personajes más complejos, y donde se reflexiona sobre temas de más calado. El paso del tiempo, las apariencias, sueños rotos o los excesos de la juventud pasada. En El niño bien conocemos a otro de sus personajes arquetípicos, el solterón indolente. La historia de un joven de familia adinerada, con aires de superioridad y una buena posición laboral que no abandona su soltería. Recogido en Todos los hombres tristes (All The Sad Young Men, 1926) junto con otras piezas que unían lo comercial y lo artístico, esta antología sirvió para cancelar una deuda que Fitzgerald acumulaba con la editorial Scribners a causa de varios adelantos.

 La última beldad sureña (The Last of the Belles, 1929) y Retorno a Babilonia (Babylon Revisited, 1931) cierran Cuentos rebeldes. Editados ambos en la antología Toque de diana (Taps at Reveille, 1935), último libro que publicó en vida y que recoge relatos publicados en The Saturday Evening Post entre la década de los 20 y principios de los 30.

Scott Fitzgerald dejó pinceladas autobiográficas en todas sus obras. La última beldad sureña estaría basado en su experiencia militar y su amor por Zelda, y Retorno a Babilonia en un incidente con su cuñada y su hija Scottie. Éste sería, sino el mejor, uno de sus grandes relatos. Un buen broche final para Cuentos rebeldes. Una historia madura donde las apariencias y los excesos dejan de tener sentido. Un protagonista que, tras el crack del 29 y haber tocado fondo, quiere dejar atrás una vida de excesos y despreocupaciones para empezar y recuperar una nueva vida junto a su hija.

Un viaje al extranjero (One Trip Abroad, 1930) es el único relato de Cuentos rebeldes que no se recogió en ninguna de las antologías publicadas en vida del autor. Sin embargo, tras ser publicado en The Saturday Evening Post en octubre de 1930, fue reutilizado en la novela Suave es la noche. La historia, para la que tampoco es complicado encontrar similitudes con la de Scott y Zelda, la protagoniza una joven pareja adinerada que viaja por Europa y experimenta el declive de su matrimonio.

Scott Fitzgerald, imperecedero y popular

Cuentos rebeldes muestra la trayectoria de su obra cuentista. Un atajo para conocer el estilo de Francis Scott Fitzgerald. Recoge sus cuentos más significativos, los más representativos también por cada época. Gracias al orden cronológico en el que se han dispuesto se puede apreciar fácilmente su evolución. En cuanto a calidad y contenido.

Cuentos rebeldes lo forman historias que giran en torno a la juventud, el paso del tiempo, el hedonismo, el romance, los excesos de la juventud.

En 1920, en una carta a las Asociación Americana de Libreros, Scott Fitzgerald resumió su «teoría de la escritura» del siguiente modo: «Uno ha de escribir para los jóvenes de su generación, los críticos de la siguiente, y los maestros de escuela de todas las generaciones posteriores».

Hemingway lo acusó de vender su talento con los relatos pero, aunque haya habido alguna pieza irrelevante, no hay duda de que Fitzgerald ha logrado su propósito. No solo es estudiada su obra, sino que es uno de los grandes escritores de la literatura. Además de novelista, un gran escritor de relatos con verdaderas joyas en su haber. A él le debemos, entre otras cosas, la idea que tenemos de la Era del Jazz.

Cuentos rebeldes es una muestra de que ni el relato es una obra menor, ni la literatura popular tiene por qué estar reñida con la calidad.

«Fitzgerald seguirá siendo leído cuando la mayoría de sus contemporáneos ya hayan sido olvidados». —Gertrude Stein.

 

CUENTOS REBELDES
Francis Scott Fitzgerald
 
Navona, 2018
544 Págs.

>>Reseña publicada originalmente en Amanece Metrópolis<<

 

No hay comentarios

Publicar un comentario

Design: WS · Logo designed by ANE TORRES DE DIEGO @everdream.illustration.