Las ardillas de Central Park están tristes los lunes - Katherine Pancol

Toda trilogía que se precie tiene que tener un tercer libro. Si no, no sería una trilogía. Perogrullada. Obviedad. Estúpidez pura y dura lo que acabo decir. Igual de obvio es que si una decide sacar adelante un tercer libro, porque en su día decidió escribir una trilogía; esa tercera parte debe de contar algo, algo nuevo, para mantener el éxito de las entregas anteriores. Las ardillas de Central Park están tristes los lunes, tercer libro de la 'trilogía animal' de Katherine Pancol, ha tenido éxito. Éxito de ventas. Se ha vendido muy bien, por supuesto. La marea de seguidores que empezó a arrastrar desde su primera publicación no iba a perderse la tercera entrega. Bien es cierto, y no me extraña, que muchos entraban a la librería con miedo (si de las segundas partes no hay que fiarse mucho, imagínense de las terceras). Pero al ver semejante tocho de 800 páginas, uno piensa que algo nuevo y sorprendente debe de pasar esta vez para que la autora haya necesitado, en esta última parte, más páginas que en las anteriores. Así, como decía. Venderse se ha vendido. Más o menos... ¡qué nos importan las cifras! Pero, ¿hablamos del éxito de crítica?

Como decía, Pancol decidió escribir una tercera parte y hacer así una trilogía (¿marketing? ¿venden más las trilogías?). En estos casos, entonces, para que no sobren el 85% de las páginas y que el lector no tenga la sensación de que se está 'estirando el chicle'; hay que inventarse una historia nueva. Es obvio. Escribir más de lo mismo no tiene sentido. Sin embargo, no es de extrañar que las ardillas de Central Park estén tristes. Lo raro es que sólo estén tristes los lunes y no cada día de la semana. Páginas y páginas hay que leer para que la historia avance. Es lenta, plana, por un exceso de reflexión que ha impreso la autora. Demasiadas páginas sin acción, sin que suceda un hecho que de un vuelco a la historia o despierte la curiosidad del lector. Ningún personaje nuevo en 800 páginas. Ninguno relevante. El que aparece, desaparece sin pena ni gloria. Es más, incluso Joséphine (uno de los personajes principales, para quien no conozca la historia) se presenta opaca. Sin luz ni brillo. Sin imponerse con rotundidad en la historia como hemos podido ver en las otras entregas. En la primera como una mujer insegura y luchadora. En la segunda,, una mujer que ha tomado las riendas de su vida y, aunque con inseguridades, sigue trabajando. En esta ocasión, no sabría decir que tipo de Joséphine tenemos. Las relaciones y vidas de los demás personajes avanzan a trancas y barrancas. Lentamente, como sumidos continuamente en la reflexión, en volver al pasado... En ocasiones, da la sensación de que ni la propia autora sabe hacia dónde llevar la trama o cómo guiar a los personajes.

En definitiva. No había necesidad de escribir un tercer libro. Las historias principales estaban ya encauzadas y pertenecía a la imaginación del lector elegir el rumbo que debían seguir. En cualquier caso, si había necesidad imperiosa de 'rematar la faena' de algún modo, se podía haber hecho en la mitad, de la mitad de páginas. O incluso menos.

Resumiendo la trilogía, los dos primeros libros bien. Con este tercero se lo piensan. Aunque si lo quieren leer, un consejo: no pasa nada porque se salten algunas páginas.

[Primer Capítulo - Leer]

LAS ARDILLAS DE CENTRAL PARK ESTÁN TRISTES LOS LUNES

Katherine Pancol

La Esfera de Libros, 2011

808 Págs.

Les écureuils de Central Park sont tristes le lundi

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