El amor en Sevilla
En la vida, la mayoría de las veces, elegimos el camino más largo pese a saber que éste estará plagada de piedras que deberemos sortear, con algunas incluso tropezaremos hasta hacernos caer... Sin embargo, la emoción que ese camino nos ofrece es suficiente para arriesgar. Y eso hizo Constanza Torres. Lo fácil y lo que debía hacer era ennoviarse y casarse con Miguel, amigo de la infancia y de buena familia. Pero ¿era eso lo que ella quería? Quizá sí, eso le brindaba una vida políticamente correcta y fácil. Pero todo cambió cuando aquél poeta se cruzó en su camino, o mejor dicho, entró por la puerta de la librería...
Podría ser ese el comienzo de la novela, pero en realidad el punto de arranque para esta historia está en el 45 cumpleaños de su protagonista cuando, inesperadamente, recibe un ramo de flores de aquél flirteo de la infancia, Miguel. Desde que Constanza decidió romper con el camino que su familia quería para ella no había vuelto a saber de él. Ese sorpresivo acercamiento el día de su cumpleaños sirve a la autora para hacer un flashback e inciar un recorrido por la vida de la protagonista. La novela es una especie de biografía de Constanza Torres. Una mujer sevillana que se ha hecho a sí misma despegándose de aquella "niña burguesa, educada en el temor de Dios y con la conciencia de que todo era pecado". Decía, un repaso a la vida de Constanza. Una reflexión que ella misma hace a raíz de la reaparición de Miguel. Conoceremos sus amores y desamores, sufrimientos, dudas y capacidad para reinventarse después de un duro golpe.
La primera obra publicada de Ana Sánchez (Utrera, Sevilla. 1968), una novela costumbrista, contemporánea, escrita en primera persona con un lenguaje sencillo y directo. Protagonista y autora, sevillanas ambas, utilizan expresiones muy de la zona y se pasean por las calles de Sevilla y sus tradiciones con plena soltura y familiaridad. La ciudad de Sevilla, sus tradiciones y costumbres, es un personaje más de la historia, pues se la menciona constantemente. Sin embargo, no es hasta la última cuarta parte de la novela cuando las descripciones y el "descubrimiento" de Sevilla empieza ha hacerse notable. Hasta entonces, todas las descripciones e interioridades se habían centrado únicamente en Constanza. Sus pensamientos, sensaciones, sentimientos, ideas... El lector la había conocido a ella y sus circunstancias, pero Sevilla no había sido debidamente presentada. No obstante, llegado el momento Sanchez lo hace con destreza, introduciendo la contextualización dentro de la propia narración con naturalidad. Sin forzar nada. Es necesario para el lector extranjero (para el no Sevillano o el que no conoce la ciudad y sus costumbres) la formalidad de las presentaciones, Cómo se vive la Semana Santa y la relevancia que tiene, la Feria, su ambiente... Quizá para el lector local no sea necesario pues son datos que conoce, que tiene al alcance de su mano y que puede imaginar sin necesidad de que se lo expliquen; pero si el lector es desconocedor, necesita que le teletransporten. En la primera mitad del libro se obvia un poco esa contextualización que una ciudad como Sevilla merece. Que no se dice en vano lo de que "Sevilla tiene color especial". Así, descripciones tan al detalle como la visita al SICAB o la presentación de la Semana Santa al fotógrafo mexicano aportarían mucho más a la obra desde el principio.
Para ser honestos, las expectativas que previamente uno se marque sobre lo que va o quiere encontrarse en la novela que tiene delante, influyen mucho en la lectura. Posiblemente la que suscribe quiso devorar una novela cuya protagonista se llamara Sevilla. Oler a través de sus páginas el azahar y los naranjos de sus calles. Sentir el embrujo de sus callejuelas desde la primera página sin importar cuál era la historia que se nos quiera contar. Y, seguramente, la idea de su autora era la contraria. Contar una historia, que sucede en Sevilla. Pero sobre todo contar la historia.
Y como historia engancha al lector desde el inicio, dándole a final de cada capítulo un motivo para continuar con el siguiente. Es una novela sobradamente correcta. El costumbrismo es un género cercano al aburrimiento, pues muchos autores pecan al querer contar algo que, si bien para ellos es tremendamente interesante, al lector le trae sin cuidado. Sánchez ha cogido la esencia del costumbrismo y ha hecho una historia, no costumbrista, sino cercana al lector. Y no olvidemos que es una autora novel. Veremos con qué nos sorprende la próxima vez...
Contraportada:
Todo comienza un 9 de noviembre cuando Constanza Torres cumple 45 años y al llegar a la casa familiar, para celebrarlo, encuentra un ramo de flores de un amigo de la juventud de quien no ha vuelto a saber desde hace 25 años. Ante la aparición de Miguel, ese amigo con el que no tuvo ninguna relación sentimental pero que las familias daban por hecho que se casarían, se altera toda la vida que se había forjado a golpes de fracasos.
Esa noche, lluviosa y fría de noviembre, Constanza repasa toda su vida amorosa intentando comprender si fueron amores o caprichos los hombres que por ella pasaron.
Alfredo, ese hombre que conoció con sólo veinte años, cambió el rumbo de su destino destruyendo todos sus sueños y llevándola a vivir su experiencia más amarga. A ese primer amor siguieron otros amores. Pero aparece Oscar Martínez, un joven homosexual que le da otra visión de la vida y las relaciones amorosas. Constanza dejará, gracias a Oscar, atrás muchos prejuicios para dar paso a una nueva mujer que nunca se cansará de luchar por sus sueños…
PARA ENCONTRAR AL PRÍNCIPE AZUL HAY QUE BESAR A MUCHOS SAPOS
Ana Sánchez
Chiado Editorial, 2013
314 Págs.
cuanta razón tiene este titulo!!! me gusta :)
ResponderEliminares un libro entretenido, a ver si tienes oportunidad de leerlo y nos cuentas qué te parece
ResponderEliminarun saludo
Parece interesante, y el título me anima a leerlo!
ResponderEliminarHolaa!
ResponderEliminarTe descubri por casualidad asii que me suscribo! Muy buena reseña! Le tengo muchas muchas ganas a este libro! Espefo verte x mi blog!
Un besito