El año pasado tuvimos un acontecimiento editorial que sin duda alguna fue el fenómeno y la novedad de la temporada. O así nos lo habían vendido. Porque, desde luego, mucho me temo que los resultados no han sido los deseados. Se esperaba mucho más. Por parte del público-lector y por parte de la editorial, supongo. Matar a un ruiseñor es un clásico indiscutible. Por unanimidad. Y la única novela de su autora Harper Lee hasta antes de que apareciera la presente. La versión femenina de JD Salinger. Publicar una novela, dar el campanazo, y retirarse. Así que no era de extrañar que cuando en febrero de 2015 se anunció la existencia y próxima publicación de ésta segunda parte, la alegría, jolgorio y expectación fueran máximas. He de confesar que no he leído Matar a un ruiseñor -aunque sí conozco el argumento-; así que tampoco sabía muy bien qué iba a encontrarme o qué esperar.
Más de medio siglo después de Matar a un ruiseñor, ganadora del Premio y más de 40 millones de ejemplares vendidos. Ve y pon un centinela, batió el récord de reservas preventa que ostentaba J.K. Rowling por Harry Potter en 2007. Copó las portadas de los noticiarios culturales y del sector editorial desde el anuncio de la existencia del manuscrito hasta su publicación. Se intuía como el gran acontecimiento literario del año que, por si fuera poca la expectación, polémicos rumores empezaron también a correr como la tinta. Andrew Nurnberg, agente literaria de Harper Lee, anunció a principios de 2015 la existencia y próxima publicación de la novela. En seguida, saltaron voces que pusieron en duda no sólo la aceptación de Lee para la publicación sino que estuviera en condiciones de hacerla (vive en una residencia de ancianos y se duda que esté en condiciones de tomar tales decisiones). De hecho, el anuncio de la publicación, dijeron, vino tras la muerte de la hermana de la escritora quien hasta entonces había tratado de impedir la publicación. ¿Por qué? Porque como han dicho algunos críticos tras leer la obra, Harper Lee no hubiera querido que se publicara. Rápidamente se negaron esas especulaciones informe en mano de la Comisión de Investigación de Alabama (su fin es prevenir el fraude financiero a ancianos).
Al margen de ello, lo cierto es que la opinión de la crítica fue dispar. No fueron pocos los que calificaron la novela como un borrador de la exitosa Matar a un ruiseñor, aunque Ve y pon un centinela transcurre 20 años después. Sería ésta el germen del que salió la idea de relatar la historia de cómo el abogado Atticus Finch defendió a un joven afroamericano falsamente acusado de violar a una joven blanca.
Ve y pon un centinela, en cualquier caso, puede leerse independientemente. Aunque no está de más leerse la sinopsis de la anterior (o ver la película) para contextualizar. Ahora, veinte años después, Scout estudia en Nueva York y regresa a Maycomb para visitar a su padre y pasar allí unos días. Las cosas han cambiado y parece que lo harán más. Estamos ahora en la década de los años 50, en plena lucha por los derechos civiles.
No quisiera adelantarles mucho más para no destriparles lo que no debiera. Les diré que el tema es la desilusión y la caída de los ídolos. Por eso, precisamente, es por lo que ha decepcionado a muchos. No me incluiré en ese saco, pero tampoco me ha entusiasmado. Resalto, eso sí, la fidelidad con el retrato histórico y el debate propuesto. Interesante planteamiento y análisis de la situación aportando dos puntos de vista, o ideas encontradas que abre un debate para la reflexión del lector. No obstante, el relato se desarrolla intercalando episodios presentes y pasados pero que muchos de ellos sólo retrasan la llegada del momento cumbre y los hechos que verdaderamente importan. En resumidas cuenta, y como se dice coloquialmente: no va al grano. Episodios que algunos sirven, para contextualizar o recordar acontecimientos anteriores, pero que otros nada más que alargan la espera de acontecimientos y aportan poco o nada.
Harper Lee domina la narrativa y el contexto histórico que sabe trasladarlo al papel y al argumento sin forzar la narración. Sí, a estas alturas y tras el éxito de Matar a un ruiseñor, es prácticamente una perogrullada recalcarlo. Creo, sin embargo, que debe hacerse para que Ve y pon un centinela no quede como la caída de un mito.
VE Y PON UN CENTINELA
Harper Lee
HarperCollins Ibérica, 2015
272 Págs.
Go set a watchman
Audiolibro
Lo tengo esperando para leer, lo compré cuando salió pero me han recomendado leer antes Matar a un ruiseñor... así que pensaba sacarlo de la biblio...
ResponderEliminarBesos
Yo no he leído Matar a un ruiseñor, y me dijeron que lo leyera antes pero finalmente me atreví a empezar por esta segunda. Creo que se puede leer independientemente aunque teniendo una idea de cuál es el argumento del anterior (leer la sinopsis).
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